Coffea arabica L. Esta especie vegetal perteneciente a la familia de las rubiáceas es un árbol de cuatro a seis m de altura, de tallo leñoso gris, hojas de color verde oscuro, opuestas unas a otras, lanceoladas, de hasta 15 cm de largo según la variedad. Sus flores son blancas, pequeñas, olorosas, parecidas a las del jazmín, que brotan muy abundantemente en las axilas de las hojas. Su fruto es una baya roja, cuya semilla es el café, que es comestible, redondo, de cáscara y pulpa rojas y sabor dulce. También su semilla, de aproximadamente un cm de largo, es de color amarillo–verdoso, redondeada por un lado y plana por el otro, con un surco a lo largo que divide a sus dos cotiledones.

El cafeto es una planta de clima tropical; se desarrolla en lugares con climas que van de cálidos a templados húmedos. Su propagación se realiza principalmente por semilla y se utilizan por lo general dos formas: establecimiento de semilleros y/o viveros y el uso de plantas nacidas dentro del mismo cafetal.

Las diferentes presentaciones del café son: cereza, cuando el fruto está recién cortado; capulín, cuando la cereza es secada al aire, y el pergamino, cuando la cereza se ha despulpado, fermentado, lavado y secado. El café verde u oro se obtiene al remover la película seca o pergamino que recubre al grano. Además se tiene el café tostado y molido, el soluble y la cafeína en greña.

La comercialización del grano se inicia con el acopio junto a la parcela o bien transportándolo hasta el beneficio, o en capulín o pergamino hasta las bodegas de comercializadores regionales, quienes, a su vez, constituyen empresas que por lo general exportan el café en sus diversas presentaciones hacia los países consumidores que no lo producen.

El café fue descubierto en el Siglo XV en una región de África conocida como Abisinia, donde actualmente se ubican Etiopía y Sudán; de ahí se difundió al resto del mundo, llegando a nuestro continente en el Siglo XVII y a México en 1796, iniciándose la cafeticultura mexicana en la región de Córdoba, Veracruz.

En Guerrero se empezó a cultivar durante la última década del Siglo XIX en la Costa Grande, donde fueron introducidas las primeras plantas por Claudio Blanco, en la finca El Gambito, hoy El Porvenir. Existe también información de que don Gabino G. Pino, en 1891, trajo personalmente de Chiapas algunas semillas que reprodujo en viveros, lográndose el cultivo de los primeros cafetos, que fueron trasplantados a varios sitios escogidos, entre otros El Estudio, El Porvenir y La Soledad.

El padrón cafetalero 2002–2003 del estado reporta la superficie y número de productores y predios para cada municipio cafetalero de la entidad, desglosándose de la forma siguiente:

Durante el periodo 1990–1998 se cosechó un promedio anual de 39 042 hectáreas, 64 418 toneladas y un valor de la producción de $ 246 764 400.00 (base 1997).

En 2002, Guerrero ocupó el sexto lugar nacional en producción de café, después de Chiapas, Veracruz, Puebla, Oaxaca e Hidalgo; destacando en nuestra entidad como municipio productor Atoyac de Álvarez, y a nivel ejido, El Paraíso, del mismo municipio.

Para 2008, la producción total obtenida en el estado fue:

Durante el periodo 1990–1998 se cosechó un promedio anual de 39 042 hectáreas, 64 418 toneladas y un valor de la producción de $ 246 764 400.00 (base 1997).

En 2002, Guerrero ocupó el sexto lugar nacional en producción de café, después de Chiapas, Veracruz, Puebla, Oaxaca e Hidalgo; destacando en nuestra entidad como municipio productor Atoyac de Álvarez, y a nivel ejido, El Paraíso, del mismo municipio.

Para 2008, la producción total obtenida en el estado fue:

Fuente: SAGARPA Guerrero, 2009.
*Tonelada por hectárea cosechada. (**) No es suma.

(JCLU)